EN QUÉ CREEMOS

La Trinidad

Tenemos fe en un Dios que existe eternamente en tres personas distintas: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Creemos que Dios Padre es la primera persona de la Trinidad. Él es el creador y sustentador de todas las cosas. Dios el Hijo, conocido como Jesucristo, es la segunda persona de la Trinidad. El Hijo de Dios vino del cielo para salvar al mundo. Fue traicionado, golpeado, burlado y crucificado en la cruz, y al tercer día resucitó de entre los muertos. Ahora está sentado a la diestra del Padre, desde donde intercede por todos los que creen en Él. Creemos que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad. Él es la presencia viva de Dios dentro de cada seguidor de Cristo, instándolo a cambiar su vida, su comunidad y el mundo. Ver Juan 14:15-21.

La Biblia

Creemos que la Biblia es la palabra infalible y autorizada de Dios inspirada por el Espíritu Santo. Nuestra fe se basa en ella, dándonos acceso a las promesas de Dios. Véase 2 Pedro 1:20-21.

Salvación

Creemos que Dios ha ofrecido gratuitamente el don de la Salvación a toda la humanidad, pero que se obtiene únicamente por Gracia y por la fe en la muerte y resurrección de Jesús-Cristo. Creemos que Jesús ha pagado totalmente por el pecado de todos los que creen en él y que volverá para llevarlos al cielo, donde estarán en la presencia de Dios por toda la eternidad. Ver Marcos 1:15 y Romanos 5:1-6.

Bautismo

La Biblia enseña que el bautismo en agua es un acto simbólico de obediencia a Dios y fe en las obras consumadas de nuestro Señor Jesucristo (Efesios 2:8-9).
En Nouvelle Créature en Christ creemos que el bautismo es una confesión de nuestra fe en el Señor Jesús-Cristo. En griego, la palabra bautismo es baptizo, que significa el acto de inmersión.
El bautismo por inmersión simboliza la muerte, sepultura y resurrección de nuestro Señor Jesús, representando la muerte de nuestro antiguo hombre pecador y nuestro renacimiento como una nueva criatura en Cristo (2 Corintios 5:17).

CommUNion

La comunión es nuestra manera de recordar las obras y el sacrificio de Jesús-Cristo en la colina del Calvario, donde murió para salvarnos del pecado. Mientras nos comunicamos, recordamos que Jesús-Cristo “fue herido por nuestras rebeliones, herido por nuestras rebeliones, molido por nuestras iniquidades; El castigo que nos da paz cayó sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).